Mi peque y yo

A veces nos toca comer fuera o en casa de una amiga, y a casi todas nos ha pasado que nuestros hijos nos hacen pasar un mal rato porque no les gustó lo que pidieron y ya sea que tengamos que pedir otra cosa (y gastar más) o dejarlos sin comer. Como ninguna de las dos opciones es muy agradable, lo mejor es enseñarles desde pequeños a comer de todo y con gusto.

La clave para evitar esto está en cómo introducir nuevos alimentos en la dieta de tu hijo.

El proceso comienza idealmente con la ablactación:

• No condimentar, salar ni endulzar con azúcar sus alimentos.
• No mezclar alimentos para no confundir sabores y pueda reconocerlos.
• Dale tiempo, no fuerces la introducción de alimentos sólidos, pero puedes darle trocitos pequeños para que los conozca.
• Dale verduras antes de que le des frutas para que se habitúe al sabor.
• Dale porciones pequeñas para no provocar náusea y rechazo.
• Nunca uses la comida como premio o soborno.

Cuando cumpla un año de edad, puedes sentarlo a comer lo mismo que toda la familia, pero debes vigilar.

Cuando los niños mayores son melindrosos, no todo está perdido. Si es tu caso, sigue estos consejos:

• Establece un horario regular con tres comidas diarias y dos refrigerios entre comidas. Cuando el niño tiene hambre, es más fácil que acepte ciertos alimentos que no le agraden mucho; un horario lo más estricto y regular posible, estimulará su apetito.
• Sirve varios alimentos saludables en su plato e introduce los nuevos o poco comunes con naturalidad, sin anunciarlos.
• Introduce alimentos nuevos principalmente cuando sepas que está hambriento.
• Si por lo general acepta los alimentos nuevos, no lo obligues cuando no quiera probar algo o devuelva alguno: todos sentimos rechazo por ciertos sabores, texturas o apariencias, y los niños no son la excepción.
• Agrega algo nuevo y nutritivos a sus comidas favoritas. Si le gusta la pasta, busca que sea integral o agrega verduras o algún tipo de grano.
• No le des alimentos dulces para que coma más; si no quiere comer, déjalo así. Cuando se sienta más hambriento, sírvele de nuevo y es más probable que lo acepte.
• Evita las distracciones en la mesa. Nada de celulares ni televisión, aunque la plática amena puede ser beneficiosa.