Hay dos enseñanzas fundamentales para nuestros hijos e hijas: la primera es a ser ellos mismos y la segunda, a ser responsables.
Sé tú misma
Tu hija tiene el derecho a una vida libre de violencia, incluida la violencia util y casi invisible que ejercemos los padres y las madres cuando les enseñamos que sólo ciertas cosas son buenas. Por ejemplo, si le enseñamos a nuestras hijas que lo más importante en la vida es ser esposa o madre, entre líneas le estamos diciendo que las mujeres solteras o sin hijos, valen menos, y las estamos condicionando para que elija ser madre. Esto es violencia porque no las estamos dejando elegir con libertad lo que quieren hacer en su vida.
Por el contrario, debemos mostrarles que todas las formas de vida (que no dañen a nadie) son válidas e igualmente respetables. Es tan aceptable ser ama de casa como doctora, artista o astrofísica. Y tu hija debe tener la opción de conocer todas las opciones para que sea libre de elegir su vida.
Sé responsable
La responsabilidad consiste, en breve, en aprender a asumir las consecuencias de sus actos. Si le enseñas a tu hija a tomar decisiones propias, desde el color y estilo de su ropa hasta lo que va a estudiar, también debes enseñarle que todas las decisiones que tome van a tener consecuencias, algunas positivas y otras negativas. Las consecuencias de elegir ropa negra son, por el lago positivo, que se puede usar con todo, y por el negativo, que resulta incómoda en un día soleado.
Las consecuencias de elegir los colores de la ropa pueden parecer irrelevantes, no así la de elegir la carrera que se estudiará en la universidad. No va a ser la misma vida para una veterinaria que para una historiadora o para una mujer que eligió trabajar en vez de estudiar. Pero al elegir, tendrá que asumir lo que la decisión traiga, y nunca culpar a sus padres por obligarla o no obligarla a estudiar tal o cual carrera.
Pero no te disculpes por ser tú misma
Ser responsables implica aprender a reconocer nuestros errores y a disculparnos cuando ellos afectan a alguien más. Eso es bueno, pues demuestra una educación en valores adecuada.
Pero no hay que confundir la molestia causada por un error con nuestra forma de vida. Se vale y se debe ofrecer una disculpa si hemos lastimado a alguien por una negligencia, pero jamás se debe ofrecer una disculpa si nuestra forma de vida ofende a alguien. Se vale disculparse por tocar la batería durante la noche sin considerar que los vecinos tratan de dormir; pero no se vale disculparse por ser baterista de una banda de thrash metal.
¿Conoces otras enseñanzas fundamentales para tu hija?
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